Juanjo Ocaña Cañas
Desde pequeño, la educación tuvo un papel crucial en
mi vida. Mi paso por el colegio Herrero dejó una huella indeleble,
especialmente gracias a D. Juan Boix, un maestro que no solo me enseñó las
materias básicas, sino también el valor del esfuerzo y la dedicación. A los
diez años, continué mi educación en el Instituto Francisco Ribalta, donde mi
horizonte se expandió aún más hacia nuevos conocimientos y amistades.
Después, la vida me llevó a Valencia, donde me sumergí en el mundo de la ingeniería. Aquellos años universitarios no fueron solo de estudios; también fueron tiempos de formar lazos que durarían toda la vida, de entender mejor quién era yo y qué quería hacer en el futuro.
Al terminar mis estudios, empecé a trabajar en el
sector de la maquinaria cerámico. Este trabajo no solo me permitió aplicar los
conocimientos adquiridos en la universidad, sino que también me dio la
oportunidad de contribuir a una industria que es vital para la economía de
nuestra región. Durante años, me dediqué a crear, innovar y, sobre todo, a
aprender cada día en mí trabajo.
En lo personal, la vida me ha bendecido con una familia maravillosa. Casarme y convertirme en padre añadió una nueva dimensión a mi vida, llenándola de momentos de amor, aprendizaje y, por supuesto, de nuevos desafíos.
Ahora, ya jubilado, he encontrado en el caminar y la lectura dos pasiones que llenan mis días. Pero hay algo que me mantiene especialmente activo y conectado con mi comunidad: mi interés en la historia de Castellón. He descubierto el placer de debatir y a veces desafiar a los historiadores locales, lo que me mantiene mentalmente activo y comprometido con el legado de nuestra tierra.
Fue mi amiga “Lady Queta” quien me animó a embarcarme en esta nueva aventura, y realmente me lo estoy pasando bien. A través de estos nuevos retos, sigo encontrando formas de contribuir y de seguir siendo parte activa de mi comunidad.
Mi vida ha sido un viaje de constante aprendizaje y pasión por descubrir. Cada etapa ha traído sus propios desafíos y alegrías, y cada una me ha enseñado algo valioso. Espero que mi historia inspire a otros a perseguir sus pasiones y a nunca dejar de aprender, no importa en qué etapa de la vida se encuentren.
