Silvia Signes Vilar
Silvia Signes Vilar
Es importante dónde naces y aún más el contexto familiar y social en el que pasas tu infancia y tu juventud. Los valores que he observado en el seno de mi familia han hecho de mí la mujer que soy ahora.
Mi nombre es Silvia Signes Vilar y nací por diciembre de 1974. Cuento con una edad llegando ya a la cincuentena, que no hay que olvidar son los cuarenta de antaño. Puede que sea una de las más jóvenes de este maravilloso grupo que me ha acogido de una manera tan natural y abierta y que precisamente por eso, las circunstancias me han causado más satisfacción e interés.
Trabajo desde bien jovencita como secretaria en un despacho de abogados; nada que ver con el mundo de la interpretación, pero sí con la suficiente carga de estrés como para necesitar válvulas de escape para reequilibrar emoción y razón. Por ello, aunque neófita en esta actividad artística teatral en la que se me presentó la oportunidad gracias a Lady Queta, y de rebote, sí que tengo un pequeño bagaje en, vamos a llamarlas también "artes escénicas", en concreto bailes populares, obviamente como aficionada, amateur o hobbista y que me han permitido desarrollar el sentido rítmico y la psicomotricidad, la fuerza y la flexibilidad, aspectos físicos que complementan el desarrollo de la emotividad y que han favorecido la expresión de mis emociones con una buena dosis de descarga de adrenalina. De este modo, junto con mi compañero de vida, mi marido Emilio, he conseguido vivir la vida que quiero y querer la vida que tengo.
Hace ya nueve años que, conquistando mi vergüenza y el sentido del ridículo, semanalmente practico salsa y bachata en un centro de Castellón; y si de algo estoy segura es de haber dado en la diana del objetivo de lo que me hace sentir feliz.
No es baile, pero el teatro comparte con él ese maravilloso efecto de transformarte en aquella persona que no eres pero que puedes ser, y a través de lo que representas en cada momento, transmitir emociones y expresar sentimientos y hacer sentir a los otros, afectos que ignoraban que tenían. Exponerte ante los demás te puede llegar a reforzar el ánimo; no es fácil, es un reto fascinante y cualquiera que sea la actividad que decidas hacer puede ayudar a redescubrirte.
En definitiva, aun habiendo sido ocasional mi incursión en este grupo de amigos, quizá no sea puntual; he podido conocer a extraordinarios actores comprometidos con un proyecto en común recordando, enseñando y ensalzando la historia de nuestra ciudad, cuentos, leyendas y tradiciones que de no ser puestas en escena caerían en el olvido.
Un placer.............
Saludos,
Silvia Signes